SOY UN LUCHADOR Y ESTOY AL LADO DEL POLICÍA QUE LUCHA”

14/06/2017

ENTREVISTA

El Mayor Juan José Klein tiene 71 años y el mismo amor por los perros del que tenía cuando era muy chico y vivía y trabajaba en la Estancia La Marion, en proximidades de General Villegas.

Hace ya algunos años que fundó la Sección Canes de la Superintendencia de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado. Desde allí entrena a los animales que colaboran con la lucha contra el narcotráfico y se da el gusto de preparar, también, a algunos animales que acompañarán a niños enfermos o que han sufrido un trauma.

 

¿Cómo surgió la Sección Canes Antidrogas?

Durante mi carrera estuve 10 años en Canes de Infantería, en la localidad de La Matanza. Poco antes del año 2000, las autoridades me llevaron a lo que en ese entonces era Narcotráfico en La Matanza. Allí llevé siete ovejeros alemanes que tenía en mi casa. Yo había recibido capacitación acerca del adiestramiento de canes a través de varios cursos que, desde Infantería, dictó el Comandante Simonetti en Gendarmería. De esa manera nació la Sección. Poco después me nombraron jefe y me entregaron un vehículo para trasladar a los perros hasta los lugares en donde se hacían los allanamientos y pude llevar a otras cuatro personas para trabajar conmigo.

¿Cómo nació su amor por los animales?

Soy perrero de chiquito. Cuando tenía cinco o seis años vivía en la Estancia La Marion que estaba muy cerca de General Villegas. Ya desde esa edad trabajaba en la estancia y convivía todo el día con los animales. En el campo se trabaja desde los cinco o seis años. El colegio quedaba en el mismo lugar y antes o después de estudiar yo colaboraba dándole de comer a los animales.

¿Qué característica debe tener una persona para poder trabajar con perros?

Creo que la característica más importante es la de poder olvidarse de todo y, al momento de adiestrar al animal, dedicarse completamente a esa tarea. Por eso es que yo sostengo que para este trabajo son mejores las mujeres. Los hombres llegan a trabajar y no pueden dejar los problemas en la puerta. Todo el día están pensando en que si les alcanza el dinero, en lo que tienen que hacer. En cambio, las mujeres llegan y se olvidan de todo, entran en contacto con el animal y eso es lo único en lo que piensan en ese momento.

¿De qué manera se adiestra a un perro para que rastree la droga?

Desde muy cachorro el adiestrador debe jugar con él. Se juega con un trapo, primero sin aroma; luego se lo perfuma con el aroma de las drogas que después va a buscar. No es verdad que el adiestrador droga al perro. El perfume del trapo es fabricado por nosotros. En el caso de la marihuana, utilizamos pachuli y, en el caso de cocaína, el aroma se fabrica con ácidos. Con ese trapo se debe jugar varias veces al día. Después, cuando el perro debe buscar la droga, cree que está jugando.

¿Dónde viven los animales?

La Sección Canes está ubicada al lado del Mercado Central de La Matanza. Allí nos cedieron un galpón en el que ubicamos a los canes y todas nuestras cosas. Los perros conviven todo el día, están juntos, no están separados en caniles. Hay que estar con ellos permanentemente porque son perros muy activos. Si uno no está cerca, se meten en el taller y rompen o mastican todo lo que encuentran: mangueras del aire acondicionado, paquetes de yerba, ropa, lo que encuentren. Así debe ser este tipo de perros.

¿Qué son los “olores muertos”?

Es el aroma que deja la droga en el lugar en el que estuvo. El perro también puede reconocerlo. Por ejemplo, yo fui a un allanamiento en Brandsen en el que la perra buscaba en la cocina y no buscaba comida. Y olfateaba, olfateaba y olfateaba y les dije “corran la cocina” y la corrieron y no había nada. Había olores muertos porque la droga ya había estado ahí y se retiró. Entonces, el oficial que estaba a cargo del operativo hizo y firmó el acta en la que decía que la perra marcó olores muertos y, así, al propietario le iniciaron una investigación. Lo mismo pasó con un coche, hace dos meses, más o menos. El auto venía de Paso de los Libres; en el puente de Campana cinco personas le quitan el coche al conductor, lo hirieron en la pierna y lo dejaron abandonado. Los desconocidos llevaron el coche a Pilar y lo dejaron en la colectora de Acceso Norte. Una vez que la Policía lo encontró y me llamó para revisarlo. Y la perra buscaba desesperada y marcaba. Yo sabía que en algún lado estaba la droga. Al abrir el baúl se descubrió que ahí había estado y que quienes interceptaron el auto y balearon al conductor eran quienes se la habían llevado.

 

¿De los tantos casos en los que usted ha participado, cuál es el que usted recuerda por lo particular de sus características?

Una vez estaba en Mar del Plata, a punto de empezar un allanamiento. Zen, el perro ovejero que me había acompañado, se desesperaba para bajarse de la camioneta. Como no podía tranquilizarlo, lo bajé. Buscamos y buscamos pero no encontramos nada. Sin embargo, Zen seguía inquieto y buscando. Cuando nos pareció que ya no había lugar donde buscar y el resultado era negativo, el oficial comenzó a redactar el acta. Dejé que el ovejero fuera hasta un patio que había. Iba y venía por el lugar hasta que comenzó a escarbar y sacó un paquete de droga, lo trajo hacia donde estábamos y me lo dejó sobre mis pies. Ese día me quedé asombrado. Me di cuenta de que el perro cuando llegamos al lugar sabe si hay droga o no.

¿O sea que lo fundamental es hacerle caso al animal?

El animal sabe. El guía, por más que estudie, que practique, que haga todo, tiene que pegarse al animal y saber que el animal le está marcando. Antes de entrar a una casa el animal está desesperado, le está marcando, tiene que dejarlo solo nomás. Es como el perro de Policía Científica que ventea muertos. El perro levanta la nariz y ventea. Sabe, sabe que está ahí.

Y en cuanto a cantidades, ¿qué hechos recuerda usted en los que se registraron secuestros importantes?

Muchos, muchos. Por ejemplo, en General Rodríguez, Brisa descubrió un cargamento de 4000 kilos de droga. Yo no había podido ir. La perra marcó un camión. El oficial a cargo me llamó por teléfono y me dijo que la perra se había parado frente al camión y lo miraba. “Te está diciendo que ahí hay droga”, le dije. Y así fue.

¿Cómo son los operativos en lugares de mucha circulación de personas?

La mecánica es muy diferente. Deben ser operativos rápidos. Por ejemplo, en la Terminal de Mar del Plata, los perros olfatean cada uno de los bolsos y descubren en cuál hay droga. Buscan marihuana, cocaína y también pastillas. Una vez que encuentran, los policías deben buscar de manera rápida. Esa es la parte más complicada porque puede ser que las pastillas estén escondidas en lugares que no se detectan a simple vista como los ruedos de una prenda de vestir. Este verano fue el que más se trabajó en los últimos cinco años. Trabajábamos desde la 6 a las 10 de la mañana en la Terminal de Mar del Plata y descubríamos un promedio de 20 bolsos con droga. De ahí, íbamos a la Vial y se encontraban estupefacientes en no menos de 40 o 50 coches.

 

¿Cómo son los operativos en lugares de mucha circulación de personas?

La mecánica es muy diferente. Deben ser operativos rápidos. Por ejemplo, en la Terminal de Mar del Plata, los perros olfatean cada uno de los bolsos y descubren en cuál hay droga. Buscan marihuana, cocaína y también pastillas. Una vez que encuentran, los policías deben buscar de manera rápida. Esa es la parte más complicada porque puede ser que las pastillas estén escondidas en lugares que no se detectan a simple vista como los ruedos de una prenda de vestir. Este verano fue el que más se trabajó en los últimos cinco años. Trabajábamos desde la 6 a las 10 de la mañana en la Terminal de Mar del Plata y descubríamos un promedio de 20 bolsos con droga. De ahí, íbamos a la Vial y se encontraban estupefacientes en no menos de 40 o 50 coches.

¿Hay algún olor que pueda llegar a disimular el de la droga?

Ninguno; ni el café, ni la mandarina. Si el perro está hermanado con el guía, descubre la droga y le avisa al guía de alguna manera. No hay ninguna forma en la que el perro no descubra el aroma de la droga.

¿Usted ha asesorado a otras fuerzas de seguridad?

Sí, es muy común que colaboremos con la Policía Aeroportuaria. Frecuentemente se han acercado a nuestra sede y trabajamos juntos. También nos han pedido colaboración de otras provincias.

¿Cuántos perros participan de cada procedimiento?

No, van uno o dos. A veces la gente de las comisarías tiene cinco allanamientos y piden cinco perros. Con uno sobrauno solo hace 15 allanamientos. Eso sí, no se puede hacer esperar al perro por mucho tiempo. El animal debe llegar al lugar en el preciso momento en el que comienza el allanamiento porque no se lo puede hacer trabajar más de 40 minutos seguidos.

Cuando el perro encuentra algo, ¿se lo premia?

No, yo no los premio nunca. Ni durante los allanamientos ni durante el entrenamiento. Yo lo beso, lo abrazo. Cuando yo les digo “muy bien” se tiran al suelo de panza.

¿Hay algún perro que no haya aprendido?

No, puede ser que uno sea más lento que el otro pero todos aprenden. Porque de chiquititos los elegimos como se elige el perro para Psicología. Yo tengo dos para la Psicología que no los usé para drogas.

¿Qué son los perros para Psicología?

Son perros para los chicos con alguna enfermedad o problema. Se lo regalo a alguien que tenga una criatura enferma o con un trauma. Siempre vienen a verme por estos perros. El último caso fue el de una niña abusada de San Justo. Sufrió un abuso a los tres o cuatro años; la nena ya tenía 12 años y lloraba bajo la mesa, lloraba en la cama, lloraba por todos lados. Un día yo estaba en el mercado y fui hasta un restaurante a tomar un café. La dueña estaba llorando; me acerqué y le pregunté qué le pasaba y si podía ayudarla en algo. La mujer me contó lo que sucedía con su hija. Inmediatamente le ofrecí uno de los perros que tengo preparados para estos casos. En un primer momento me dijo que no porque el marido no quería animales pero después aceptó. En una semana la perra que les di se “pegó” a la nena; estaba todo el día al lado de ella. Durante una semana, cada vez que la nena quería llorar, se abrazaba a la perra. Después ya no lloró más. A la perra la traigo los domingos para que ande conmigo porque está en un chalet encerrada. A veces la traigo los sábados y la devuelvo los domingos. Se llama Iara, hermoso bicho. Y la dio vuelta. Pero hay que buscar el perro.

¿Usted elige a los perros que tendrán como destino esta ayuda?

Una perra de caza puede tener diez animales y los que marcan perdices son dos o tres. Una perra de drogas puede tener diez animales y hay que saberlos elegir, de los diez se eligen tres o cuatro. Y el perro para hacer la Psicología se elige. Para Psicología tiene que ser labrador y para drogas puede ser cualquiera.

Se acerca el momento del retiro ¿qué es lo que usted está esperando hacer después?

Estoy muy sano físicamente y feliz con mi tarea. Cuando salga el retiro voy a seguir trabajando ahí o en relación con animales.

¿Cuántas horas trabaja por día?

24 horas todos los días.

¿No vuelve a su casa?

A veces vuelvo un rato a la noche. Llego a las doce de la noche y a las tres de la mañana hay que levantarse. Llueve o truene, domingo, sábado o día de Semana Santa.

¿Y su familia qué dice?

Nada, porque son perreros. Tengo un segundo matrimonio y una hija de 19 años que está estudiando Veterinaria en la Facultad privada de Pilar. Tengo que estar todo el día. Entre las seis y las ocho de la tarde los perros comen y se acuestan a dormir, y por ahí a las 12 de la noche el más sinvergüenza se levanta y hace lío, por lo que se tiene que dejar todo bien seguro cosa de no tener problemas. Pero a las 5 de la mañana se despiertan todos y ahí te quiero ver, no dejan una planta parada. Entonces hay que estar temprano.

¿Cómo definiría su trabajo y el de sus compañeros?

Luchamos contra el viento. Y yo estoy al lado de cada policía que lucha. Ellos me conocen, yo soy un luchador. Nunca dije que no. Llegué adonde quería. Ya basta. Ya está. Y si me toca el retiro, voy a seguir ahí. Sé que el lugar es propiedad de la Policía pero yo me gané mi lugar.

 

Crédito fotos: Comunicación Institucional Policía de la provincia de Buenos Aires


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