LA PSICOLOGÍA EN LA INVESTIGACIÓN POLICIAL

07/07/17




El Comisario Mayor Alejandro Osorio y la Comisario Inspector Gabriela Trabazzo están a cargo del grupo de profesionales que conforman la Dirección de Análisis de la Conducta Criminal y Victimología de la Superintendencia de Investigaciones en Función Judicial.
Son los "psicopolicías" que desafiaron los límites y los prejuicios y se transformaron en pioneros en este particular aspecto de la investigación criminal.
Del diván a la detención de pedófilos pasando por la toma de rehenes y los secuestros extorsivos, estos psicólogos descubrieron una nueva forma de trabajar.
De Caperucita Roja a un protocolo de actuación policial único en Latinoamérica, incluyendo toda la literatura clásica, afirman que "si nos dejan, vamos a sentar las bases de la investigación del futuro".
Alejandro Osorio tiene 46 años, está casado y es padre de una adolescente de 16 años y un niño de ocho. Gabriela Trabazzo tiene 49 años, también está casada y es madre de un estudiante de administración de empresas de 20 años.

- ¿Cómo fue el nacimiento de grupo de psicólogos?


Osorio: Desde que estudiaba Psicología, más o menos a mitad de la carrera, ya sabía que lo que quería hacer era dedicarme a las ciencias forenses. Estamos hablando del año 90 aproximadamente; no había nada desarrollado en este aspecto. Cuando empecé a trabajar en Policía con la idea de ejercer la piscología dentro de la fuerza comencé en la Escuela de Policía haciendo la evaluación de los ingresantes. Pocos años después me di cuenta de que existían otras necesidades y fue así que pensé en trasladar nuestra tarea de psicólogos a un área más operativa. Tomé contacto con algunos oficiales del grupo Halcón y comenzamos a diseñar un proyecto para crear el primer equipo de negociación en crisis profesional. El equipo contaba con dos negociadores formados en el exterior y nosotros dos. Formamos un grupo de negociación en crisis con el cual participamos en más de 30 tomas de rehenes.

- ¿Les costó formar el equipo y que la Policía aceptara este trabajo?


Osorio: Costó mucho que el psicólogo fuera tomado como una figura más allá del consultorio, de la pipa y del diván, del estereotipo. Entonces, fue difícil poder demostrar que uno podía estar ahí en negociaciones cara a cara con delincuentes terribles y no tener miedo. Precisamente ahí fuimos ganando ese respeto, si bien yo nunca negocié. Yo era el que le daba apoyo a los negociadores y con el equipo armábamos las estrategias de negociación diseñando el perfil psicológico. Lo que yo hacía en una toma de rehenes era escuchar lo que decía el delincuente y, en función de eso, comprobar si estaba drogado, si estaba alcoholizado, si era un psicópata y, en consecuencia, buscar las vulnerabilidades de su personalidad. A partir de ahí armábamos la estrategia de negociación.

- ¿Y esa estrategia estaba basada en casos pasados?


Osorio: No, al contrario, no nos basábamos en experiencias previas. En el Manual del FBI veíamos que había un obstáculo cultural porque ciertas estrategias podían servir en Estados Unidos pero acá no. Teníamos que hacer adaptaciones para el abordaje de un delincuente diferente.

- ¿Qué características tiene un delincuente argentino que toma un rehén?


Osorio: Nuestro tipo de delincuente es un delincuente más desbordado, es un tipo de delincuente que sufre de una anomia y que culturalmente depende de un sector social, que pertenece a un nivel sociocultural bajo. Para explicarlo mejor, tenemos una anécdota muy gráfica. En una toma de rehenes, la embajada de Estados Unidos nos prestó lo que se denomina teléfono de goma que es una valija con un cable largo con un teléfono que se arroja al delincuente para negociar a través del aparato. La valija tiene parlantes, un sistema de grabación y muchas otras utilidades. En esta oportunidad, se le tiraba el teléfono y el delincuente lo devolvía porque no entendía lo que estábamos tirando. En Estados Unidos tiran un teléfono de goma y ya empieza la negociación. En nuestro caso, el delincuente lo devolvía como si se tratara de una bomba. Y se terminó en la negociación cara a cara. Ésta es una de las dificultades que atraviesa este trabajo: los delincuentes no reconocen la negociación telefónica. Los negociadores están totalmente expuestos porque los delincuentes quieren verlos cara a cara.

- ¿Qué importancia tienen los medios de comunicación en las negociaciones?


Osorio: El medio de comunicación es muy importante. Creo fervientemente en que hay que positivizar su inserción. No hay que volverlo un obstáculo sino un beneficio. Entonces, es importante tomar a los medios como una variable más. Que las fuerzas de seguridad estén preparadas para abordar esa variable y que los medios de comunicación también estén capacitados para hacer un trabajo que sea efectivo. Una vez se hizo una capacitación en el marco de un programa que se llamó Delitos de Alta Complejidad de la Secretaría de Seguridad Interior en la Universidad de Morón. En estas jornadas se convocaron a todos los periodistas de aquel momento y se hizo una disertación en el que se explicaba en qué consistía el trabajo, la importancia del periodismo y como se debía hacer. Fue sumamente positivo. A partir de ahí los movileros comenzaron a respetar los perímetros y entendieron que no tenían que dar cierta información que iba a ser desfavorable para las víctimas.

- ¿Qué es lo primero que pide un delincuente en una toma de rehenes?


Osorio: Pide irse, que se libere la zona para irse. Generalmente no hay una contraoferta, hay una escucha activa donde se intenta ver lo que se está pidiendo y se intenta dilatar el tiempo para que ellos vayan de alguna manera asimilando que no se van a poder irse de ahí. Y que entiendan que lo que ellos piden - chaleco, helicóptero y el FAL - no va a ser posible.

- ¿Cuándo comenzaron a trabajar la problemática del secuestro extorsivo?


Osorio: En el año 2000 nosotros creímos erróneamente que lo que nos podía servir de la toma de rehenes podía ser útil para el secuestro. Fue muy difícil poder insertarnos como psicólogos en el área de investigaciones. Era un área que nunca había tenido psicólogos; nos costó muchísimo adaptarnos y mucho más trabajar en los secuestros extorsivos. Fue un proceso que nos llevó años porque, además, era una tarea de la cual no había antecedentes en el mundo. Es decir, nuestro trabajo era entrar a una casa en la que un familiar está sufriendo un secuestro y saber qué es lo que necesita, poder entender el problema en el que está. Y a partir de ahí comenzamos a desarrollar una tarea que ya lleva 17 años. Ayudamos en lo que es la orientación, la negociación, el equilibrio familiar, el llevar adelante esa crisis; les damos todo. Unos años más tarde logramos crear el protocolo de actuación policial único en Latinoamérica. Cada vez que lo releemos decimos "estábamos adelantándonos 10 años a lo que era la realidad del momento".

- ¿Cuál fue el primer secuestro en el que participaron?


Osorio: El mío fue el caso de un contador de un narcotraficante en la zona de Fuerte Apache. El hombre estuvo secuestrado, lo iban a matar. Una vecina vio que había movimientos raros e hizo la denuncia, llegó la Policía y logró salvarlo. Este hombre había sido abusado sexualmente, golpeado durante una semana. Ese fue mi primer contacto con una víctima de secuestro; mi trabajo fue con la víctima y no con la familia.
Trabazzo: En mi caso pedí trabajar con las víctimas liberadas. Como el nuestro era un trabajo tan nuevo, en ese momento nosotros queríamos saber qué necesitaban las familias y qué es lo que nosotros les podíamos dar. Mi primer intervención fue acercarme a víctimas para saber qué les pasaba adentro, cómo funcionaba el cuidador con la persona que estaba privada de la libertad, qué pasaba con esos vínculos, qué pasaba en la casa donde estaban. En nuestro trabajo primero hacemos lo práctico y después lo fortalecemos con la teoría. Construimos la teoría a través de la práctica. En un caso en el 2000, un muchacho de 20 o 22 años, dueño de una agencia de autos, fue secuestrado y negociaron por él los familiares directos, los tíos. Yo participé en la liberación de la víctima.

- ¿Cuando hablamos de lo que precisa la familia, qué es lo que necesita durante un secuestro, qué es lo que ustedes le pueden ofrecer? Osorio: Una familia precisa la seriedad de un equipo de trabajo.


Trabazzo: La verdadera palabra equipo.
Osorio: Encontrase con gente preparada que le de la seguridad de que lo que se está haciendo, se está haciendo bien. No tengo la menor duda de que lo que precisa una familia es gente preparada y la seguridad de una institución que tenga capacidad de respuesta.

- Cuando hablamos de "equipo" ¿a qué miembros de la investigación incluimos?


Osorio: En este caso yo lo acotaría a lo que es el grupo antisecuestro y el grupo de contención o sea los que están trabajando en el caso y los que están con la familia. La familia no ve el trabajo que se hace en la calle, lo que ve es lo que están haciendo dentro de su casa que es la imagen visible y representativa de una institución.
Trabazzo: Nosotros somos promotores del trabajo en equipo, y cuando esta situación se da, fluye la comunicación entre nosotros, fluye la comunicación con los demás grupos operativos de detectives y la familia va a ver el resultado. Cuando los equipos son mezquinos, no circula la información: unos tienen una parte y otros tienen otra; no hay buenos resultados. Nosotros arengamos para que aparezca el verdadero equipo grande, trabajando en la fluidez. Nadie puede quedarse con un recorte de un secuestro, con un secreto de la familia porque tal vez ese secreto sea lo que hace que arranque una nueva línea investigativa; no tiene que haber secretos entre los equipos. Nosotros creemos que el trabajo en equipo reluce de otra manera, mucho más que el trabajo individual. La única ganancia que se busca es la ganancia de la familia. La familia pide justicia.

- ¿Cuál es el promedio de la duración de un secuestro extorsivo?


Osorio: Eso está en relación de las épocas y de las mutaciones y evoluciones del secuestro. Ahora estamos en una época donde es más común el secuestro express. El secuestro express es un secuestro que no tiene piso, o sea que no tiene dónde alojar a la víctima. La víctima puede estar todo el tiempo en el baúl de un auto.
Trabazzo: En los últimos tiempos no hemos tenido bandas organizadas de secuestros extorsivos. De los últimos cuatro años a esta parte los secuestros han sido cortos, con cifras bajas de dinero; es decir que no vuelven estas bandas organizadas con estas características de muchos integrantes.
Osorio: En el secuestro express no necesariamente la víctima es al azar pero en la mayoría de los casos ocurre de esa manera.

- ¿Llevan la cuenta de en cuántos secuestros han participado?


Osorio: En estos 17 años yo, individualmente, he participado en más de 300 casos. Trabazzo: En algún momento hemos intentado contabilizar la cantidad de casos. Por ese entonces eran unos 200 secuestros. Hoy estamos en más de 500.

- ¿Cómo está conformado el equipo?


Osorio: Hoy somos 18 integrantes: 15 psicólogos y tres choferes.

- ¿Cuáles son las consecuencias que sufre una persona que hace el trabajo que ustedes hacen?


Trabazzo: El síndrome se llama burnout o síndrome del quemado; es el estrés del estrés. Es el estrés de trabajar con los que sufren estrés. Pero hay técnicas para minimizarlo y las ponemos todas en acción. En un principio trabajábamos nosotros dos solos y nos hacíamos cargo de todo el trabajo, pero ahora tenemos un equipo y tenemos que cuidarlo para que no sufran las consecuencias que nosotros sufrimos. Una de las técnicas es el trabajo en equipo: esto no es una tarea para uno solo que debe salir una noche a atender a un papá al que le mataron un hijo, esto no se puede hacer solo, no hay psiquis que aguante; podés hacerlo como un héroe pero no lo vas a aguantar. Quienes vienen a trabajar con nosotros deben saber que vienen a trabajar en equipo, acá no hay estrellas. Es un equipo que hace actos heroicos pero no somos héroes. La segunda técnica es la supervisión: el equipo está supervisado por los jefes siempre. Cuando sale un equipo, un jefe queda online supervisándolo para lo que sea. Otra técnica es la docencia: hemos encontrado que el transmitir a otros la tarea que hacemos es una gran descarga de nuestro estrés. Incluso, esta entrevista para nosotros es liberadora. Poder mostrar el trabajo, que otros sepan cuál es nuestra tarea silenciosa, es liberador. Cada vez que podemos salir a capacitar, lo hacemos. Hay algo liberador en la docencia. Por otra parte, lo que también usamos como técnica para evitar el síndrome es el intercambio entre nosotros: hacemos cine-debate, exponemos los casos y todos marcamos, corregimos, felicitamos; todos podemos aportar al equipo de trabajo. Y hacemos la terapia personal, fomentamos las actividades extralaborales de cada uno, las actividades culturales, las capacitaciones, la gimnasia, el arte. Esos lugares los respetamos.

- ¿Cuál es, en el caso de ustedes, esa vía de escape?


Trabazzo: Lo mío es la docencia y el arte. Hago joyería y cerámica. Trabajo con un grupo de joyería en plata y expongo lo que hago. Trabajo con temas diferentes. En Policía trabajamos con lo peor del ser humano, con un hombre que mata a otro humano. Eso es lo peor del ser humano. Trabajamos con el dolor porque nadie recurre feliz a la policía. Busqué lo contrario. Además tengo un bar con un grupo de socios en el que la gente va a divertirse en familia; no es casualidad. Buscamos la felicidad sobre el dolor. Osorio: Yo tengo una tarea complementaria en el verano que es el turismo. Lo hago con mi esposa. Busco gente que quiere disfrutar, no que está sufriendo.

- ¿Cómo reacciona la familia de cada uno de ustedes ante las exigencias de este trabajo?

Trabazzo: Siempre digo que sin la familia este trabajo es imposible. Podemos hacer esta tarea porque tenemos familias que hacen de soporte. Nuestras familias están orgullosas de nuestra tarea pero esto no quita que, al volver de una toma de rehenes y felicitarnos entre nosotros por el buen trabajo realizado, volvemos a nuestras casas con las orejitas gachas porque volvíamos muy campeones y encontrás a tu familia que terminó de comer y comió sola y dejaron una porción de comida para nosotros. Este trabajo es imposible sin la familia porque nunca trabajamos de lunes a viernes por ocho horas. Trabajamos de noche, las tomas de rehenes son viernes o sábados. Hemos pasado las fiestas de fin de año en un secuestro. Yo pasé una Navidad con una familia de gitanos a la que le habían secuestrado un hijo. Esto es muy común en nuestro trabajo.

- ¿Tienen algún sentimiento de pérdida por esta situación?

Osorio: Y sí, perdí muchos cumpleaños, muchos actos escolares. Esto no se puede hacer si no hay un compromiso humano y eso es lo que queremos inculcar en nuestro equipo. Esto es un trabajo humanitario. Trabazzo: Cada vez que entra alguien le digo que todos podemos aprender a hacer una tarea; lo que no podemos hacer es aprender a ser buena gente y tener pasión por esto. Yo soy una apasionada de mi trabajo. Me ha pasado que suene el teléfono en el día de mi cumpleaños porque salió la orden de allanamiento en la casa de un pedófilo y vos pediste participar y te avisan que se va a realizar y salís feliz a participar del operativo.

- ¿Cómo es el trabajo contra la pedofilia?

Trabazzo: Tiene que ver con la pasión también. Empezamos a trabajar en esto cuando dependíamos de Delitos Complejos. Nos ofrecieron participar en lo que yo llamo "crímenes on line". No me gusta llamarlos pedofilia porque la pedofilia está subestimada, pareciera que es sólo el hecho de que un adulto mira a un niño. Pareciera que no es un delito mirar a un niño. Me gusta hablar de "crímenes on line". Eso es lo que viene. En una oportunidad nos propusieron asesorar a Cibercrimen acerca de cómo funciona la cabeza de un pedófilo. Con la anuencia de la Justicia y de la mamá de la nena víctima, comenzamos a utilizar el chat de la nena. Fue el primer caso en el que funcionamos como un "hunter", como un cazador. Encontramos una figura legal que era no motivar el delito. Empecé a chatear simulando ser la nena hasta pactar un encuentro real cara a cara. Tres meses de chat continuo de muchas horas diarias. Teníamos que chatear y sacar un encuentro. Lo fuimos llevando y descubriendo las características de la mente del pedófilo. Esta persona tenía nueve perfiles de Facebook a la vez. A veces era una menor, otras era mayor hombre o mujer, o era una maestra. Con cada perfil acosaba a todas las nenas y cada uno de los perfiles asumía diferentes roles y con cada uno presionaba a la víctima de diferente manera. Nuestro gran descubrimiento fue comprobar que se trataba de un solo pedófilo porque los investigadores creían que se trataba de nueve pedófilos en red. Esa misma persona acosaba a varios niños. Nosotros trabajamos sobre dos víctimas. Osorio: Uno de los perfiles se parecía bastante a él pero ningún perfil era realmente él.

- ¿Cómo se adecuaron al lenguaje de un niño?

Trabazzo: Debimos aprender a manejar el lenguaje del niño porque el pedófilo conoce ese lenguaje, escucha la misma música, está al tanto de lo que le gusta a los niños. Nuestra tarea fue poder pensar como una niña de 12 o 13 años. Apelamos a nuestros sobrinos o a las mamás conocidas que tenían hijos de esa edad. Averiguar a qué juegan los chicos, qué ropa usan, a dónde van a bailar porque no podíamos quedar en off ante el pedófilo.

- ¿Cómo se descubre el acoso?

Trabazzo: Los chicos entran al "juego" del perverso confiando. Suelen avisar a los padres cuando tienen miedo o están muy amenazados. En este caso, él amenaza con ir a la casa - porque ya tenía el domicilio - y realizar actos perversos. La nena se asustó y le contó a la mamá. Las características de este perverso eran para asustarse, superaba el término medio del pedófilo. Quería ingresar a la casa y se puso demasiado agresivo. La nena no pudo soportar más psíquicamente y se lo contó a la madre.

- ¿Cómo se logró el encuentro?

Trabazzo: El pedófilo siempre va por más. Que sólo miran al niño y que no son amenazantes es un mito. Cuando puedan, van a querer ver al niño y después va a querer tocarlo y después abusarlo. Sabiendo esto, nos llevó tres meses y no ofrecimos el encuentro; él lo pidió. Nuestra estrategia era que él lo pida. Le dijimos que la niña estaba estudiando sola en un bar mientras la mamá trabajaba. Al saber esto, él pidió el encuentro. La niña nunca participó en nada. La niña no estaba en el bar. El llegó y se desorientó al no encontrarla y abrió la computadora y volvió a chatear con nosotros. En ese momento no se nos permitió la detención porque el Fiscal quiso estar seguro y dio la orden de detención cuando ya estaba identificado y se podían allanar su casa y el lugar de trabajo. Osorio: Estos casos son más comunes de lo que creemos. Las redes sociales son una puerta que se les ha abierto. Nosotros trabajamos mucho en averiguación de paradero. Si desapareció una niña de once años y los papás nos dicen que la nena no sale nunca del dormitorio, que se la pasa en la computadora, en realidad está con un mundo que los padres desconocen. Está conectada con cientos o miles de personas desconocidas. Y salen una sola vez a un único encuentro. Los padres piensan que están solas pero no están solas; están con un universo de gente.

- ¿Qué trabajo realizan en estos casos?

Osorio: En estos casos entrevistamos a las personas más cercanas, a la familia, a los compañeros de escuela, a todos los que nos puedan dar datos. Trabazzo: Trabajamos orientando la investigación. Analizamos los últimos tiempos del menor, no los últimos días. En un caso que trabajamos, una niña se encontraba totalmente rebelde con sus padres y, en la red, se encontró con otra niña que le ofreció pelearse con sus padres. Ésta es una de las características del perverso: ponerse en frente de lo que el otro necesita. Esa niña salió un día a encontrarse con otra niña y se encontró con un adulto que le dijo que era el primo de la amiga que no había podido ir a buscarla. Cuando vimos las características de la familia y de la niña, pudimos orientar la investigación. Pudimos guiar a los investigadores y descartar hipótesis. Descubrimos el perfil criminal o sea determinamos a quién podpía resultar interesante esta niña. Ese es nuestro trabajo: armar un perfil victimológico y criminológico. Una víctima y un criminal y qué los unió. Osorio: Para esto nos valemos de tres herramientas: entrevistas, perfil geográfico y línea del tiempo. Entrevistamos a la gente, analizamos el medio en el que vive y en que estuvo el menor porque no es lo mismo vivir en el Conurbano que en el interior. Trabazzo: Muchas veces no se valora la presencia de un psicólogo en una investigación porque nos asocian con el psicólogo clínico. Cuando se conoce nuestro trabajo, cuando se conoce lo que es un perfil, nos convocan para dar una mirada diferente a la investigación. Hay casos en los que podemos ayudar y hay otros en los que no. Sabemos que nuestra técnica tiene límites. Hay causas que, al releerlas, nos brindan puntas para actuar. Nosotros también trabajamos con la tecnología; saber con quién hablaba telefónicamente, nos sirve; saber con quién hablaba por ocho horas y con quién una vez cada tanto, nos sirve.

- ¿Hay alguna relación entre estos delitos y la literatura policial?

Osorio: Con la literatura policial no; la relación es con la literatura. Observamos que no existe delito nuevo. Cada hecho lo podemos asociar a alguna novela de la literatura. Es cuestión de pensar en cuál. En algunos casos muy complejos hemos estudiado a Shakesperare o Truman Capote. Estamos hablando de la naturaleza del ser humano, de la maldad inherente al ser humano. Cuando estudiamos un crimen complejo lo primero que debemos entender es de qué se trata ese crimen, quiénes son los personajes, entender el caso. Así se comienza el trabajo de interpretación. De los integrantes de nuestro grupo, quienes tienen una mayor lectura tienen una gran ventaja porque tienen una mayor capacidad de interpretación. Hubo un caso del que no voy a dar detalles pero que seguía todas las reglas del Fausto en su relación al pacto con el diablo. Trabazzo: Trabajando en pedofilia pude descubrir que el cuento Caperucita Roja y el Lobo no es otra cosa que la advertencia a los niños acerca de los perversos. Sólo cambió el hecho de que ahora existen las computadoras. Los lobos existen, las caperucitas existen y los cazadores existen. Osorio: Y el bosque también existe porque hoy el bosque es la red. Trabazzo: El crimen no cambió, lo que cambió es la forma de acercarse a los niños. Osorio: Lo más apasionante de nuestra actividad es el desafío intelectual y eso es lo que nos provoca pasión. A nuestro equipo le decimos: "querés entender la criminología, leé a Sherlock Holmes".

- ¿Cómo ven la investigación del futuro?

Osorio: Si nos dejan, vamos a sentar las bases de la investigación del futuro. De un futuro de dentro de diez años. Una investigación que va a estar basada en tres pilares. Un pilar es la tecnología; el siguiente la psicología de la investigación criminal. El último es el trabajo de campo. Esos son los tres grandes ejes de la investigación del futuro. Si no nos preparamos en eso, siempre vamos a correr detrás del delito, nunca vamos a estar delante.

- ¿Ya se aplica en alguna parte del mundo?

Osorio: Sí, en los países más desarrollados. Alemania, España, Canadá e Inglaterra en donde asistí a una jornada sobre secuestros. Ellos tienen toda la tecnología y un nivel de capacitación altísimo. Si no avanzamos hacia ahí, esto nos va a superar. En diez años o salimos o nos hundimos.

 

Crédito fotos: Comunicación Institucional Policía de la provincia de Buenos Aires​​.

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