En el contexto de un año fundamental para nuestra Institución, puesto que la prolongada trayectoria de la Policía de la provincia de Buenos Aires cumplirá el bicentenario de su creación, se destaca entre las múltiples personalidades que dejaron su legado y contribuyeron a la grandeza de la Fuerza la figura del científico Juan Vucetich (1858-1925).

 

Él fue quien realizó un gran aporte no sólo a nuestra Policía, sino a la humanidad toda al convertirse en el creador de la identificación a través de las huellas dactilares. Podemos inferir, sin dudas, que es el padre de la Policía Científica.

 

Su erudición, espíritu curioso, formación intelectual permanente, altruismo y filantropismo se agigantan aún más cuando lo evocamos al recordar que su prolífico tránsito en el mundo de la ciencia forense se inició en una humilde oficina del entonces Departamento Central de Policía, en una incipiente ciudad de La Plata recientemente fundada, a donde llegó como uno más de tantos inmigrantes a finales del siglo XIX a la República Argentina, seguramente en búsqueda de un próspero porvenir, ignorando quizás el destino glorioso que le deparaba la ciencia.

 

Nació un 20 de julio de 1858 en la localidad de Lesina, Isla de Hvar, Austria, actualmente República de Croacia. Muy joven se trasladó en compañía de un hermano a nuestro país, arribando en 1884 y, posteriormente, en 1888 se instaló en la ciudad de La Plata. Ingresó a la Policía de la provincia de Buenos Aires con el humilde cargo de "meritorio" a la Oficina de Contaduría y Mayordomía, pasando posteriormente a la Oficina de Estadísticas de la que llegó a ser encargado.

 

Un hito fundamental fue su encuentro con "Revue Scientifique", una revista de divulgación científica de origen francés donde aparecía un artículo sobre las impresiones digitales, siendo esta publicación la llave maestra que le otorgará su ingreso en el universo infinito de las huellas dactilares en mayo de 1891. En pocos meses logró que nuestra Institución se convirtiera en pionera también en materia de identificación ya que inauguró una Oficina denominada "Oficina de Identificación Icnofalangométrica", que combinaba impresiones digitales con el sistema antropométrico creado por el francés Alphonse Bertillón, identificando aquel 1° de septiembre de 1891 a 23 procesados.

 

Al año siguiente, un significativo e importante espaldarazo lo constituyó la resolución de un complejo hecho de doble filicidio conocido como "El caso Francisca Rojas", ocurrido en 1892 en una zona rural de la localidad de Quequén. Fue así que el rastro digital obtenido en la escena del crimen lo entusiasmó y renovó sus energías para continuar por el sendero de la investigación de las impresiones dactilares, hasta el hecho más trascendente como fue el hallazgo de la característica déltica. Este descubrimiento le permitió establecer los célebres cuatro tipos fundamentales de huellas dactilares y desde allí consolidar un sistema práctico, indubitable, eficaz y rápido para clasificar las mismas, al que bautizará como Sistema Dactiloscópico Argentino (1894/1896).

 

A partir de entonces, Juan Vucetich comienza a ser reconocido por los grandes criminalistas internacionales de la época como el primero en establecer un sistema de una practicidad e infalibilidad que no sólo servirá para identificar a los criminales, sino a la población en general. Por este motivo fue invitado asiduamente a los importantes congresos científicos, criminalísticos y de medicina forense del mundo, inscribiendo su ilustre nombre entre las personalidades más destacadas de la investigación policial científica y erigiéndose, posteriormente, como uno de los cinco sabios platenses.

 

Su polifacética personalidad se derramó en una multiplicidad de aristas que además de su ciencia cultivó a lo largo de su vida, siempre motivado por su altruismo y la preocupación del bienestar de sus semejantes. Como escritor nos legó su célebre "Sistema de Filiación Provincia de Buenos Aires" (1895) y su obra fundamental "Dactiloscopía Comparada" (1904), destacándose también como conferenciante, investigador, funcionario, pensador, filántropo, músico y compositor.

 

Su labor en el mundo de las impresiones digitales permitió asimismo la creación de los registros provinciales y nacionales de identidad, la extensión de las primeras cédulas de identidad, la identificación de la población carcelaria, la identificación del recién nacido, el establecimiento de fichas dactilares de intercambio a nivel internacional entre diversos países; además, fundó la Sociedad de Socorros Mutuos de la Policía y fue su primer presidente en 1894.

 

Hacia el final de su existencia, en 1924, donó todo el material bibliográfico y documental que lo acompañó durante sus casi treinta años de investigación con la finalidad de crear un museo en su especialidad, germen del antiguo "Museo de Dactiloscopía y Ciencias Afines Juan Vucetich", el cual hoy el Museo Policial tiene el honor y el orgullo de atesorar y custodiar.

 

Falleció en la localidad de Dolores, provincia de Buenos Aires, en la casa de su suegro, padre de su tercera esposa el 25 de enero de 1925 a los sesenta y seis años de edad.

 

A noventa y seis años de su paso a la inmortalidad nuestra Institución evoca su figura señera que sigue iluminando el camino de los futuros criminalistas con su legado científico y su espíritu virtuoso, como prueba ineludible de que la voluntad puesta al servicio de alcanzar un destino soñado resulta la herramienta fundamental del sabio que hoy, como faro de la ciencia, irradia su luz de conocimiento.

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