La Inmaculada Concepción de María del 8 de Diciembre es una de las Fiestas de la Virgen más querida por todos, y que cada año celebramos con alegría y solemnidad. Nos recuerda un dogma fundamental de la fe: que desde el instante de su concepción, la Virgen fue preservada de toda "mancha" de pecado, como una gracia extraordinaria que Dios le concedió a Ella para que fuera la Madre Perfecta y Purísima de Nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

Pero también es una fecha que está siempre presente en nuestros corazones, y en los de gran cantidad de argentinos, porque nos recuerda el día en que muchos tomamos nuestra Primera Comunión: la primera vez que con enorme emoción y expectativa, en la Fiesta de la Virgen, después de haber terminado el catecismo, vestidos de blanco y un poco nerviosos, nos acercamos a Jesús, su Hijo, y nos hicimos uno con Él al comulgar.

Cada año, este día, pone de manifiesto el cariño y la fe del pueblo argentino en la Virgen Inmaculada, especialmente, en la Advocación de Nuestra Señora de Luján. Debajo del vestido de tela con los colores patrios con el que la veneramos, se encuentra la imagen original de la Limpia y Pura Concepción, que fue protagonista del "milagro de las carretas" que se paralizaron a orillas del río Luján en 1630. Ahí se quedó la Virgen; y desde entonces, desde ese lugar nos bendice incesantemente.