CELEBRACIÓN A LA VIRGEN DE LUJÁN
08/05/19
Esta mañana, en la Capilla interna del Ministerio de Seguridad, se realizó la Santa Misa con motivo de celebrarse hoy el Día de la Virgen Patrona de Argentina, Nuestra Señora de Luján.
La ceremonia estuvo a cargo del Capellán Mayor de Policía, José María Zuleta.
Cuenta la tradición que en 1630 la imagen de la Virgen, proveniente de Paracaiba (Brasil) era llevada desde Buenos Aires hacia Sumampa, Santiago del Estero, por encargo de un viajero portugués. A orillas del Río Luján la carreta se detuvo inexplicablemente. Por ello se dice que ella eligió el sitio de emplazamiento de su iglesia y allí creció una las ciudades más reconocidas de nuestro país.
La imagen tiene 38 centímetros de alto. Su manto azul está caído, salpicado de estrellas blancas y la túnica es encarnada.
Transcurridos los tiempos coloniales, un 8 de mayo de 1887 con la asistencia de altos dignatarios de la Iglesia Romana y del Cabildo Eclesiástico Metropolitano, fue coronada Nuestra Señora de Luján por el Papa León XIII, deviniendo así en una virgen muy querida para toda la feligresía argentina.
Cuando San Juan Pablo II visitó la Iglesia nacional Argentina en Roma (Italia) en noviembre de 1998 suplicó a la Virgen de Luján a cuidar al pueblo argentino y ayudarlos "a elevar la mirada al cielo, donde los colores de su bandera se confunden con los colores de tu manto inmaculado".
En la Basílica en Luján se encuentra la pequeña imagen de 38 centímetros modelada en Brasil en arcilla cocida (terracota) y que representa a la Inmaculada Concepción. La imagen fue enviada a Argentina en mayo de 1630. Fue en 1887 que la imagen fue coronada canónicamente por el Papa León XIII.
Oración a Nuestra Señora de Luján
¡Oh, Santísima Virgen María! ¡Coronada Reina de Luján! Dios me ha creado para la gloria eterna.
¡Ah! ¿Quién me diera alas de paloma para volar a esa morada de felicidad?
¿Quién me abriera las puertas del cielo, y me ayudara a subir hasta el pie del Trono del Altísimo?
Concédele, oh! Santísima Virgen de Luján, vuestra protección a este hijo tuyo que gime en medio de este valle de lágrimas y sólo recibe consuelo celebrando vuestras glorias.
Ayúdame a fin de que después de haberte honrado en la tierra merezca alabarte en el Cielo, por los siglos de los siglos.
Así sea.