CIENCIA AL SERVICIO DE LA INVESTIGACIÓN POLICIAL
17/05/2017
El sueño de Cristina Raverta era ser Ingeniera Nuclear y, aunque aplicó para ingresar al Instituto Balseiro en Bariloche, una tragedia familiar se lo impidió y prefirió elegir una carrera compatible en La Plata. Estudió Ingeniería Química en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) en el turno vespertino mientras comenzaba -con 19 años- una vasta carrera policial. En la Facultad conoció a su marido, con quien tuvo dos hijas; la mayor siguió los pasos de sus padres y ya está cursando el cuarto año; la menor estudia Sociología.
Desde 2006, Raverta es Directora de Química Legal de la Superintendencia de Policía Científica, dependiente de la Superintendencia General de Policía. Con 26 años de antigüedad, la Comisario Mayor -jerarquía a la que llegó en 2009- es madre, profesional, docente, expositora continua y, sobre todo, Policía.
- ¿Cómo ingresó a la Policía?
Entré a través de mi familia que es toda policial. Fui administrativa en la antigua Dirección General de Personal, fui correo y trabajé con las primeras computadoras gracias a mis conocimientos de inglés. Perdí a mi mamá muy chiquita, me quedé sola a los 20, así que la Policía me ayudó a estudiar. Yo debo toda mi carrera a la Policía. Cuando estaba por recibirme fui a trabajar al Servicio Especial de Investigaciones Técnicas (SEIT) y al obtener el título pasé a trabajar en el Laboratorio como aprendiz; después fui Jefa de la Sección Físico-Química, lugar donde comencé haciendo los Dermotest de toda la provincia. Más tarde fui Jefa de Laboratorio. En esa época lo único nuevo en el Laboratorio era un Cromatógrafo y las técnicas eran arcaicas. Por ese motivo, comencé a generar propuestas hasta que creamos las Secciones Espectrofotometría Infrarroja, Microscopía Electrónica y Genética.
- ¿Cómo definiría el trabajo que realiza actualmente?
Hoy mi trabajo es de gestión. Si bien tengo títulos de formación de grado y de postgrado, tengo 17 laboratorios a cargo en toda la provincia. Mi tarea es controlar lo que ya sembré; las pautas de trabajo las tengo, los Manuales y Protocolos de procedimiento interno los tengo. Yo controlo la calidad del trabajo e impulso el crecimiento día a día. Ponemos objetivos todos los años para crecer en el área. Mi trabajo no se circunscribe solamente a la Química. Hice capacitaciones en el resto de las áreas porque los tres directores científicos de esta Superintendencia nos reemplazamos uno a otro en forma indistinta, todos tenemos que saber medir que el trabajo se haga correctamente. Por ejemplo, si hay que ir a un allanamiento puedo hacerlo porque conozco los protocolos de actuación, puedo coordinar una escena del crimen y controlar que se haga todo bien. Éste es un trabajo que nunca te aburre porque uno tiene que diversificar. Todos los días pasa algo nuevo y todos los días tenés que investigar y leer.
- ¿Cuál es la característica que tiene que tener una persona de la Policía Científica?
Más allá del conocimiento, estar motivado y comprometido... porque desde el vamos la nueva generación no es una generación motivada y hay que trabajar mucho para motivarlos. Ése es un factor importantísimo.
- ¿La docencia es un desafío para usted?
Es un desafío, me encanta y me desenchufa. Y es una forma, también, de devolver lo que recibí porque si uno no devuelve lo que recibió, quién va a estar después de mí. Necesito formar profesionales porque sino nunca vamos a tener gente igual o mejor que yo. Y necesito gente con esas características para crecer. Para mí es casi una obligación.
- ¿Tiene algún proyecto inmediato?
Ahora tengo el proyecto de generar un Laboratorio de Toxicología de Alta Complejidad para las drogas sintéticas nuevas y los fluidos biológicos de los que consumen.
- Como mujer, ¿le costó llegar al lugar que llegó en el ámbito científico y dentro de la Policía?
En la ciencia la mujer ya se ganó su espacio porque la ciencia se mide por los resultados y por lo tanto cada uno gana su espacio. En la Policía es un poco más difícil porque la sociedad es más machista pero también logré ganar mi lugar. Me siento reconocida. Trabajo con otras áreas que me escuchan y me respetan, me cuidan cuando salimos a un allanamiento. No sé si a todas las mujeres les ha pasado lo mismo pero yo no he tenido ese problema. He tenido choques porque tengo un carácter que me permite poner límites cuando hay que ponerlos. La autoridad se gana, es un camino que hay que recorrer. No hay forma de que de la nada estés en la cima y que todo el mundo te respete.
- ¿Qué hay de cierto en lo que se muestra en las series televisivas de investigación científico-criminal?
Esas series son show. No obstante, hay muchas cosas reales como por ejemplo la Toxicología o el ADN de toque. El Luminol es real aunque en la serie lo arman para que quede lindo. Pero, después, decir cuál es el fabricante de un filamento de alfombra es un mito. También, los tiempos en los que resuelven los crímenes son ficticios; el trabajo real cuesta un montón de horas. Por otra parte, hay cosas que existen aunque en nuestro país no lo tenemos como por ejemplo el sistema de reconocimiento de ojos o de rostros.
- De las aplicaciones y técnicas más modernas de la Policía de la provincia de Buenos Aires, ¿cuál es la que considera la más destacada?
Hoy, nuestra vedette es la Microscopía Electrónica. Nosotros hacemos Microscopía Electrónica desde el 2008. Tenemos uno de los dos únicos microscopios que funcionan para todo el país en la provincia y la experiencia estadística más grande de la región. Todo el mundo que necesita de la Microscopía Electrónica nos la solicita.
El otro elemento moderno es el ADN de piel a piel. Es el desarrollo de una técnica que tomamos de experiencias en el exterior y comenzamos a aplicarlas para la violencia de género. En ese sentido capacitamos al personal de las Comisarías de la Mujer para que adviertan a las víctimas que para denunciar al golpeador y si quieren una sanción tienen una herramienta que es la recolección de las células de descamación epitelial que deja el agresor en la piel de la agredida y que permanecen 12 horas en el cuerpo de la víctima. Pasadas esas 12 horas la piel de la víctima se descama y pierda esas células también. Durante esas primeras horas pueden tomarse las muestras. Estas técnicas las aplicamos en otros crímenes. Por ejemplo, en enero en Esteban Echeverría, una mujer denunció que ladrones habían entrado a su casa y habían matado a su hijo pero con esta técnica descubrimos que el padrastro lo había asfixiado. Es por esto que nos llegan muestran de todas las provincias porque somos los que contamos con más experiencia y ya tenemos validada la técnica.
- Respecto a su participación en casos de repercusión mediática, ¿cuál es el que más recuerda por impacto o importancia?
Estuve en dos casos que a mí me marcaron. El primero fue el del caso Conzi-Schenone (N.R.: Horacio Conzi fue condenado a 25 años de prisión por el crimen de Marcos Schenone y la tentativa de homicidio de las cuatro personas que viajaban con él en el remís atacado a tiros la madrugada del 16 de enero del 2003 en Béccar). Yo hice la pericia de pintura de la camioneta -que era lo único que había- que dejó preso a Conzi. Era muy joven en el verano del 2003; fue mi primer gran pericia, súper mediática, con la presión de tener que analizar la única prueba. Y el segundo caso que fue complicado en el sentido de “en dónde me metí” fue el de la efedrina, en 2007, cuando desarmamos el primer Laboratorio de metanfetamina. Después vinieron un montón más. Lo grande fue todo el tema de Laboratorio de drogas sintéticas porque además era una de las pocas que había quedado con la Capacitación de Europol en Drogas Sintéticas; entonces había muy poca gente preparada. Ahí empecé a capacitar y capacitar porque me vi en la obligación de que me acompañen. Despacito hicimos el camino; la investigación duró como dos años de allanamientos, de pericias. Fue el primer caso en el país; tuve que ir a escribir con el Juez la elevación a juicio porque él hizo la parte legal y yo la técnica. Aprendí un montón y, además, todo el tiempo estuve activa ya que en los dos hechos me participaron de todo lo que iba ocurriendo porque se sustentaban en mi pericia.
- Por el contrario, ¿cuál fue el caso en el que hubiese preferido no participar?
El caso en el que hubiese preferido no hacerlo por el dolor que me causó fue el triple crimen de la Planta Transmisora del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires porque uno de los chicos era el hijo de un compañero nuestro. Estuve allí el día del hecho, fui a casi todos los allanamientos, trabajé con el ADN. Nosotros identificamos los cinco perfiles genéticos que había que buscar, festejamos con cada uno cuando se fueron encontrando; trabajé para el juicio oral con los fiscales para la preparación del juicio haciéndoles murales, identificando dónde estaba cada perfil y por qué era nuevo y por qué no era viejo; explicando cómo defender en el juicio. Todos tienen sentencia, todo salió bien pero fue el caso más feo y doloroso.
- ¿Le quedó algún caso que no pudo resolver?
En general no; no tengo ninguna frustración. Hay gente que se frustra cuando le da negativo. A mí me parece que es tan importante decir que es como decir que no es. Yo soy muy objetiva, me pueden estar contando que la línea de investigación va en cierta dirección y si para mí no es, no es aunque tu línea llegue a eso; la muestra estará mal tomada, se lavó las manos o se puso un suero y salió corriendo como pasó con el boxeador. Yo también hice la pericia del caso de la Hiena Barrios; quedó probado que le pusieron un suero o corrió y tomó mucha agua. Estaba diluida la muestra y para probar que estaba diluida me llevé mis análisis. Se reían. “Acá tiene mis análisis de los últimos seis años, acá están los valores de este señor, miremos la concentración, miremos la densidad y saquen las conclusiones ustedes mismos”, les dije. Ese sí fue un hecho que uno no pudo resolver porque en algún momento hubo una maniobra. Pero después en el juicio oral esa alteración quedó expuesta, por lo menos quedó la duda planteada. Soy partidaria de que la objetividad es lo más importante y que no te dé no es una frustración porque poner o sacar a una persona de atrás de las rejas es igual de importante para la sociedad. No me frustra. Mis limitaciones las conozco y tengo que seguir, sino me haría mal. No nos vamos a preocupar por lo que no tiene solución.
- ¿Siente que, en alguna medida, su carrera le hizo perder cosas comunes -pero no menos valiosas- de la vida familiar?
Yo trato de darme los tiempos porque la vida es una sola y si yo no sé repartir mis tiempos me voy a frustrar en algo. Cuando era joven les enseñé a mis hijas a usar el microscopio, la lupa; las fotos de chiquitas de día son todas acá en el parque de la Superintendencia porque me esperaban mientras terminaba el trabajo. Ellas pasaban mucho tiempo conmigo. Hoy, que ya son grandes, puedo dedicarle un poco más de tiempo a mi trabajo.
- ¿Realizó publicaciones nacionales o internacionales?
Las publicaciones son importantes para que los demás sepan y se animen, porque vos contagiás a la gente. Yo empecé a publicar sola; después vino la científica responsable de Geología con el mismo interés. Internacionalmente la primera fue en una revista científica norteamericana “Descamación epitelial”, en el Journal of Forensic Science, en idioma inglés. Y lo más reciente, coordiné la publicación “Caracterización química de las cocaínas fumables” para la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD). Anteriormente, en 2006, en Argentina publicamos juntamente con la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), Presidencia de la Nación.
- ¿Expone regularmente en congresos, jornadas o seminarios?
Sí, a través del Ministerio de Seguridad de Nación todos los últimos miércoles de cada mes estoy en una provincia distinta del país en representación de la Superintendencia de Policía Científica de la Policía de Buenos Aires. Por ejemplo, la próxima reunión será en el Edificio Centinela e irán todos los Superintendentes de Drogas de todo el país; cuento con 4 horas para mi exposición. En ese sentido trabajo con drogas emergentes, las Nuevas Sustancias Psicoactivas (NPS). También, participo del plan de capacitación del Ministerio de Justicia, a través de la Coordinación Nacional de Criminalística, que está destinado a Fiscales, al Poder Judicial, dos o tres veces al año. Además, intervengo en los cursos para el ascenso de Gendarmería Nacional; siempre trato de ir acompañada por alguno de los chicos de acá para entrenarlos, para que aprendan y algún día alguien me reemplace.
- ¿En qué otro tipo de proyectos participa?
Estoy en el Comité Asesor para el Poder Ejecutivo sobre drogas y ahora estoy trabajando en un Proyecto de Ley, con el Director Nacional de Proyectos de Ley y con el Ministerio de Seguridad de Nación con el tema del paco, que a partir de hoy se llama cocaína fumable, que ése es el nombre que corresponde para que no se tergiversen los términos. Ésa es mi otra tarea de estos últimos tiempos.
- De todos los temas que la atraviesan en su trabajo cotidiano, ¿cuál es el que más le interesa?
A mí me gustan todos. Es como que me apasiona todo, entonces si aparece algo nuevo estoy con eso. Las drogas eran algo que me apasionaba antes, en los años 2010 o 2011 y es algo que sigo porque me gusta. Pero, bueno, aparece algo nuevo de ADN y me gusta; aparece algo nuevo de Toxicología y vamos con eso. Ante cualquier proyecto nuevo me subo al tren.
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